Chico triste porque ha cortado con su pareja

Por qué a veces son tan difíciles las rupturas

Ese malestar que sentimos cuando perdemos a alguien, cuando solo pensamos en cómo era estar con él o con ella, o lo mucho que echamos de menos a esa persona, es lo que en psicología se conoce como duelo y, a diferencia de lo que opinan muchas personas, el duelo puede producirse por una buena cantidad de causas: la muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo, el abandono de la ciudad que nos vio crecer, la emigración o la ruptura con la pareja, que es la cuestión que nos ocupa en este post.

Superar una ruptura puede resultar complicado en algunas ocasiones, sobre todo porque nuestro cerebro se puede convertir en nuestro peor enemigo, haciendo que sea difícil “pasar página”. Partamos de dos supuestos: en primer lugar, al cerebro le encanta el drama y, en segundo lugar, es un especialista en buscar causas para todo (aunque no sean ciertas). Veamos esto más en detalle.

Cuando decimos que al cerebro le encanta el drama lo hacemos con conocimiento de causa. Si nos fijamos en diferentes investigaciones llevadas a cabo en el ámbito de las emociones, resulta que las emociones desagradables (ira, tristeza, miedo, ansiedad…) duran más tiempo que las emociones agradables (alegría, calma, euforia…), algo que parece injusto, sin embargo, esta diferencia de duración se debe a que las primeras solían aparecer ante eventos que suponían un riesgo o un peligro.

En nuestros días, donde es poco probable que tengamos que escapar de un depredador, y la competición por el alimento se circunscribe a ver quién es el que se lleva la última barrita de muesli en el lineal del supermercado, esa mayor duración de las emociones desagradables hace que otro tipo de situaciones tengan un alto coste para nosotros, como es el caso de las rupturas.

Por otro lado, como decíamos, el cerebro encuentra causas donde busca, sean o no certeras. Podríamos decir que es un investigador chapucero. Pongamos dos ejemplos:

A diferencia de la duración de las emociones, en el caso de los recuerdos, el cerebro registra mejor y con más detalle las situaciones positivas, es decir, intenta olvidar lo malo… o no lo registra tan bien, para que nos sintamos mejor. ¿Cuál es la lectura que hace nuestro cerebro de este efecto cuando rompemos con alguien? Imaginad que el cerebro dijera lo siguiente:

Cuántos recuerdos buenos guardo de mi expareja, y apenas recuerdo momentos malos, y los pocos que recuerdo no los recuerdo muy bien… por tanto, debió ser una gran relación… ¡pero qué he hecho! ¿cómo he dejado que se vaya?

Y ahora el segundo ejemplo: volviendo a que las emociones desagradables duran más, pongamos de nuevo a nuestro cerebro a verbalizar lo que piensa:

Jo, qué mal me siento, ¡y no se me va! Antes, cuando estaba con (nombre de un/a ex) me sentía mejor. Eso significa que me hacía feliz, por lo tanto, sin él/ella no puedo ser feliz. ¡He cometido un gran error! ¡Qué idiota soy!

Por tanto, es recomendable tener en cuenta estas cuestiones, ya que pueden dificultar el proceso de duelo, y que lleguemos a conclusiones poco realistas y nada sanadoras. De hecho, hemos llamado a este círculo vicioso el Ciclo Artax de la ruptura (por el caballo de La historia interminable que se hunde en los Pantanos de la tristeza sin hacer nada para remediarlo).

Ciclo Artax de la ruptura
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